
En 1991, un secreto ponía en riesgo la reputación de Luis Miguel como uno de los artistas mexicanos más destacados a nivel mundial. Se descubrió que la versión de su nacimiento en Veracruz era falsa, creada por su padre, Luisito Rey, para impulsar su carrera. Pronto se revelaría que en realidad había nacido en Puerto Rico. Para evitar una crisis, el presidente Carlos Salinas de Gortari le otorgó la nacionalidad mexicana en un acto histórico que consolidó la identidad de uno de los grandes ídolos musicales de la nación. Este gesto poco común de entregar los documentos en una ceremonia ante la prensa, presidida por el líder del Ejecutivo, quedó grabado en la memoria de todos.