
Durante años, las autoridades egipcias han estado monitoreando de cerca las redes sociales, especialmente preocupadas por cualquier indicio de disidencia política. Sin embargo, a partir de mediados de 2020, se intensificó la vigilancia en línea y se han registrado arrestos, enjuiciamientos y severas condenas contra jóvenes influencers de origen humilde, acusados de producir contenido que atenta contra los valores familiares. Esta nueva dimensión de control en internet ha generado preocupación y críticas a nivel internacional.